Una historia de moda responsable

Quiero compartir la historia de una prenda que me ha acompañado en los últimos 7 años de mi vida.

Un suéter abierto de algodón en color crudo que compré en una de las más de 2 mil tiendas de ropa que el grupo “x” tiene regadas por el mundo, 2.025 para ser exacta y aquí se genera el primer conflicto con la filosofía de moda responsable: la producción masificada de ropa para consumirse en función a la tendencia marcada de ese momento.

Regresando a mi historia, haciendo cuentas sería entonces 2014 cuando se presentó la oportunidad de ir a la tienda, probármelo y además de la comodidad seguramente lo que me convenció fue el precio que por lo general es uno de los factores principales que influyen en la compra de un producto.

Antes de sentarme a escribir busqué la etiqueta con la información de fabricación pero ya no estaba.  Al menos hoy lo tenemos fácil porque los datos están en internet, basta con dedicarle unos minutos y listo.

Bueno, encontré que fabrican en Marruecos, Turquía, India, Bangladesh, Vietnam y Camboya. Y seguramente esta prenda clasificada como Cárdigan abierto de algodón en color crudo, fue confeccionado por manos de mujeres adolescentes, trabajando más de 72 horas semanales, sin contrato, con una cuarta o quinta parte de un salario que fantasiosamente les permite vivir dignamente y que de acuerdo a los informes publicados por SOMO (Centre for Research on Multinational Corporations) en algunas ocasiones sólo pueden disponer del dinero ganado una vez transcurridos entre tres y cinco años y es empleado únicamente para la dote matrimonial.

Años atrás para nada me sentaba a reflexionar sobre este tipo de situaciones. Me conmovían pero todo quedaba en eso. Poco a poco conforme he ido creciendo (en todos los sentidos) me he involucrado más hasta que este tema ha dejado de ser indiferente. Principalmente porque YO soy parte del problema.

Continuando con la historia bucólica de mi suéter, pues le ha pasado de todo. Se me ha roto un poco, se ha manchado, me han tirado refresco y hasta una lata entera de mejillones… pero le tengo tanto cariño que lo he lavado con todos los quitamanchas posibles para siempre salvarlo y conservarlo.  

La anécdota más increíble fue cuando lo olvidé en un depósito de donaciones de ropa de la Cruz Roja cuando estuve de voluntaria tras el terremoto de 2017 en la Ciudad de Puebla.

Después de estar varios días clasificando la ropa que llegaba al Centro de Acopio, en una de esas jornadas lo dejé (estaría ya muy cansada) pero regresé al día siguiente y afortunadamente logré encontrarlo. Me costó un buen rato localizarlo entre montañas de ropa de todas las edades. Pero ahí estaba… esperando en el suelo, debajo de una silla. Muy cerca de la zona donde había estado trabajando el día anterior.

Creo que cualquier otra persona se hubiera deshecho de ese suéter en ese mismo instante, pero yo quise volver a llevármelo conmigo. Una vez más lo dejé en la tintorería y aquí sigue, esperando a que me lo ponga para vivir otra aventura conmigo.

El mensaje que quiero compartir contigo es el siguiente:

Aunque no te sea posible comprar en otro tipo de marcas. Si tu opción primera es el fast fashion, al menos conserva las prendas, dales vida, crea historias con ellas. Es una forma muy bonita de agradecer y de honrar a todas esas mujeres atrapadas en la industria textil que ponen en riesgo su vida, su seguridad, sus condiciones de vida y sus derechos como personas trabajadoras.

La moda responsable es un reto y como tal debemos asumirlo e incorporar sus valores en todas nuestras acciones.

Por esta razón los productos de Fortune Cookie Studio además de contar historias, como los 6 modelos de clutchs, han sido creados en lugares nobles y de la forma más transparente posible.

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